El esquí nórdico se ha revelado, en los últimos años, como otra forma de disfrutar de una montaña nevada. Este deporte, todavía bastante desconocido, ha irrumpido con fuerza en España y es cada vez más practicado. La creación de espacios para su disfrute ha ayudado a su consolidación. Cada vez son más los que se apuntan a su práctica, que ya se ha convertido en algo más que una moda pasajera. A día de hoy, se puede practicar en una veintena de estaciones y en más de medio millar de kilómetros acondicionados para ello.
El Pirineo Aragonés y el Pirineo Catalán, los principales escenarios para el esquí alpino
El Pirineo Aragonés y el Pirineo Catalán vuelven a convertirse, al igual que sucede con el alpino u otras modalidades, en los principales escenarios para la práctica del esquí nórdico, con una quincena de espacios entre ambos territorios. De hecho, en la comunidad aragonesa nacía, hace unos años, la Asociación de Espacios Nórdicos de Aragón, cuyo objetivo es dar a conocer el esquí nórdico y las mejores zonas para practicarlo, muy numerosas en esta parte de la Península. Esta temporada, también se puede disfrutar de esta disciplina en espacios del Pirineo Navarro, y en los sistemas Ibérico, Central y Penibético.
Las diferencias entre esquí nórdico y alpino
El esquí nórdico o de fondo (como lo conocen algunos, ya que es la modalidad más extendida dentro de la técnica nórdica) es una disciplina en la que se recorren distancias largas con los esquís pero, a diferencia del alpino, los circuitos no contemplan grandes pendientes. Las fijaciones son especiales, y el talón va suelto. De esta manera, se facilita el ascenso a las cumbres. Hay quien lo asemeja al senderismo, pero sobre dos tablas, más estrechas que en el alpino. Aunque su origen se remonta a miles de años atrás, y está muy extendido en Europa, a España llegó hace relativamente poco.