El Pirineo aragonés aguarda, probablemente, los valles, picos y lugares más increíbles de toda la cordillera pirenaica. Uno de esos lugares es sin duda, Canfranc, a tan sólo 10 kilómetros de Candanchú y muy cerca de la frontera con Francia.
El Barranco de Estiviellas es una buena opción para conocer el paraje natural que rodea a la estación de esquí. Partiendo de la Estación Internacional de Canfranc que, en cualquier época del año nos traslada a un paraje de cuento, podemos adentrarnos en este barranco rodeado de hayas, pinos, fresnos y abedules. A través de él podemos disfrutar de varios miradores desde los que contemplar vistas panorámicas de todo el valle.
A pocos minutos de iniciar nuestra incursión en el barranco, no encontramos con la fuente del Burro, momento para hacer una primera parada y echar la mirada aún lado y a otro para retener en nuestra memoria el frondoso bosque en el que nos encontramos. Otro de los grandes atractivos del barranco es Cola de Caballo, una cascada que nos anuncia la progresiva rocosidad que adquiere el terreno. Aquí podemos seguir ascendiendo para intuir las pistas de Candanchú o cruzar la cascada e iniciar nuestro descenso por la otra vertiente del barranco.
Por suerte, el esquí es un deporte para practican en plena naturaleza y cuyas estaciones se enclavan en lugares únicos con vistas que nos hacen apreciar un poquito más el entrono. En esta zona de esquí y turismo rural existen numerosos hoteles en el pirineo aragonés que explotan la riqueza paisajística de Canfranc y la llegada de esquiadores.
En definitiva, un lugar para pasar unos días en invierno con el esquí como pretexto, pero también en cualquier época del año, las caras de esta zona de Aragón son dignas de visitar.